Adriana Dorantes
Escultora y ceramista, habiendo pasado por la carrera de pedagogía, descubrió la magia de enseñar y aprender, así encontró la escultura, estudiando en Guadalajara. Conocer los procesos y entender a fondo la dinámica de cada disciplina escultórica, estuvo bajo la tutoría y enseñanza de grandes artistas como Juan Orti, Miguel Molet, David Zimbrón
Ortiz, Tip Toland, Adrián Arleo y Rabí Montoya, entre otros. Su curiosidad la llevó a conocer las técnicas artesanales, tradiciones que aprendió de la mano de Pablo Pajarito, Fernando Jimon, Pablo Mateos y Eleuterio Ortega.
El gozo de Adriana reside en poder ser parte de todo el proceso cerámico, ya sea escultórico o utilitario. En esa búsqueda transitó por materiales como el acero, el bronce y actualmente la cerámica como medio de expresión.
Su obra en acero la llevó a grandes formatos que se encuentran en diferentes estados de la República Mexicana, como su obra Hendidura Urbana que fue expuesta en Mérida dentro del programa “Hermandades Escultóricas Mérida/España”. Ha expuesto de manera individual y colectiva en México y el extranjero.
Su obra cerámica está en exhibición y venta en diferentes puntos y galerías de México y Estados Unidos, pudiendo así llegar al corazón de quien la encuentra. En su proceso creativo ha elaborado vajillas donde cada pieza es única, con su propia identidad para restaurantes en Puerto Vallarta, CDMX, Tulum y Guadalajara, estos son los escenarios de creaciones gastronómicas que se presentan en sus piezas.
Su quehacer artístico la ha llevado a la obtención de becas, selecciones, encuentros y premios como el Premio San Pedro, dentro del 40 Premio Nacional de la Cerámica.
Su obra está presente en diversas revistas, documentos y libros.
Sus esculturas la han hecho acreedora a diversos reconocimientos, entre ellos a ser becaria por el programa de Estímulos a la Creación y al Desarrollo Artístico, por el
Gobierno de Jalisco. Seleccionada por la fundación Javier Marín para ser parte del encuentro en madera con el Escultor italiano Aaron Demetz. Obtención del tercer lugar
en cerámica contemporánea en el marco del XXXIV Premio Nacional de la Cerámica.
Como parte fundamental de su desarrollo y su vocación por la enseñanza, imparte de manera permanente talleres de técnicas cerámicas y escultóricas junto a artistas invitados a su propio taller. En esa dinámica de crear y aprender, Adriana crea continuamente obras que manifiestan su vocación creativa.
Obras
Colección Maíz
Inspirada en el maíz y su diversidad de formas y texturas. Homenaje a nuestra identidad, a la vida que nos ha dado, que nos da, y que nos seguirá dando. Serie cerámica que evoca la cosecha, los granos, la hoja, las infinitas variedades de texturas y posibilidades. Sus texturas, penetran y se plasman en cada pieza como si la arcilla fuera la masa misma de maíz. Volver la mirada a nuestras raíces, oda a Inspirada lo que sí somos y siempre hemos sido: hijos del maíz
Colección Textil
Cada encaje luce la particular belleza de su entramado, siendo también un homenaje a sus manos hacedoras, que ahora pervive en la cerámica. La sencillez misma, elocuente y silenciosa, comunica el valor de las tradiciones, de la familia, los detalles finos.
Los colores internos aplicados a mano otorgan a cada vasija su propia autenticidad y brillo, lo que genera una luz singular en cada pieza. Cada vasija es irrepetible, cada color posee un carácter personal.
Las formas se decantan por ser orgánicas más que perfectas, objetos que evoquen rasgos de la naturaleza primitiva, y a la vez convivan con los colores y la sofisticación de nuestro presente.
Colección Utilitario Textil
Cada encaje luce la particular belleza de su entramado, siendo también un homenaje a sus manos hacedoras, que ahora pervive en la cerámica. La sencillez misma, elocuente y silenciosa, comunica el valor de las tradiciones, de la familia, los detalles finos.
Los colores internos aplicados a mano otorgan a cada vasija su propia autenticidad y brillo, lo que genera una luz singular en cada pieza. Cada vasija es irrepetible, cada color posee un carácter personal.
Las formas se decantan por ser orgánicas más que perfectas, objetos que evoquen rasgos de la naturaleza primitiva, y a la vez convivan con los colores y la sofisticación de nuestro presente.